Aunque hay estudios que dicen que las personas que se preocupan son muy inteligentes, probablemente habría que aclarar que se considera ser inteligente, o al menos, emocionalmente inteligente.
La pregunta es, ¿Que nos lleva a algunos a preocuparnos constatemente por la opinión que los otros tienen sobre nosotros? Esta claro que no todo el mundo entra en esta categoría, he conocido y podido comprobar como hay personas a las que sincera y verdaderamente, les importa muy poco la opinión del resto a sus acciones o persona, esto mismo llevado al extremo se podría considerar como una falta de empatia, pero hoy vamos al caso de las personas que sienten una presión importante por el que dirán.
La realidad es que puede suponer un problema el necesitar la aprobación de los demás para aquello que hacemos. El problema aparece cuando no contamos con el apoyo de todo el mundo, entonces nos sentimos frustados , y realmente ya no es solo la continua tristeza y frustacion que se experimenta, si no el ser conscientes de esa necesidad, que al fin y al cabo no muestra otra cosa que falta de autoestima. La persona deja de ser ella misma para convertirse en las opiniones que los demás tengan de ella, para convertirse en lo que los demás quieren que sea, ya que siempre es más fácil cambiar de opinión y ceder, o dar la razón a una cuestión que nos desagrada, que enfrentarnos a la desaprobación y el rechazo.
A mi parecer, la mayoría de los casos provienen de una infancia en que no se ha fomentado la autoconfianza suficientemente. Es posible que no se haya recibido la confianza de sus padres en el sentido de poder elegir su camino, de tomar sus decisiones y escoger sus opciones y todo esto consigue educar al niño de manera que necesite obtener el beneplácito de los demás, y a que actúe con en el comportamiento socialmente aceptado que nos hace dependientes de la sociedad.
La opinión acerca de ti mismo es más importante que la de los demás, sencillamente pregúntate si las cosas te irían mejor si todos estuvieran de acuerdo contigo. Te darás cuenta que lo que los demás opinen sólo tiene efecto sobre ti si tú permites que así sea.
En conclusión, la aprobación es una gran cosa, y es muy agradable sentirse aceptado. No tiene nada de malo pretender ser aceptado por la gente y de esa forma estar integrado en el grupo o la sociedad. El problema surge cuando este deseo se convierte en una necesidad, y no lograrla resulta doloroso.
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