Estos últimos días todos en mayor o menor medida hemos oído hablar del «Aquarius» el barco con 629 inmigrantes que llegarán a Valencia este Domingo.
Hemos oído de este barco porque esta vez nos toca más de cerca, pero CADA semana hay una desgracia de similar envergadura en el Mediterráneo, a espaldas de nuestro día a día y de nuestra cotidianidad, hay una marabunta de seres TAN humanos como nosotros que buscan desesperadamente una oportunidad, exactamente lo mismo que haríamos cualquiera de nosotros en su situación, exactamente lo mismo.
Pero inevitablemente aparecen en los medios también los mismos argumentos xenófobos de siempre, que si el efecto llamada, las pagas que se llevarán, los gastos de manutención y todos esos argumentos que son igual de FALSOS.
FALSO porque la inmigración y el movimiento de personas entre naciones son un derecho recogido en la carta de derechos humanos.
FALSO porque los inmigrantes no tienen ningún beneficio económico por pisar suelo español.
FALSO porque los inmigrantes aportan más de lo que reciben. La diferencia entre las aportaciones que realizan vía impuestos y el gasto en servicios públicos, es de unos 5.500 millones de euros, así que el balance es positivo desde hace muchos años.
Además las estadísticas dicen que los inmigrantes no colapsan nuestra sanidad pública, si no todo lo contrario. La mayoría de los extranjeros son jóvenes en edad de trabajar y por lo tanto pagan más impuestos. Los niños, ancianos y dependientes (los que más cuestan al Estado) son muy pocos. Por otro lado utilizan poco los servicios médicos y acaban volviendo a sus países de origen (menos del 1% de los beneficiarios de pensiones en España son extranjeros)
Entonces… ¿qué nos pasa? Porque no somos capaces de ponernos en su lugar, como madre que soy, se me parte el corazón en mil pedazos de siquiera imaginar a alguna de esas criaturas pasando por esas penurias, de verdad, ¿podéis por un momento imaginar, el miedo, el frío, la soledad, la desesperación, la angustia que sufren todas esas personas? A mi sólo escribirlo hace que me cueste contener el llanto, y me cuesta profundamente entender como los seres humanos estamos tan desconectados los unos de los otros, tú eres yo y yo soy tú, lo que te duele a ti me duele a mí porque somos lo mismo, literalmente, lo mismo, y mañana yo podría estar en ese barco de la muerte.
Por favor no dejemos que nuestro corazón se enfríe, no dejemos que nuestra piel deje de sentir, no dejemos de ser lo que en esencia somos, humanos.
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